sábado, 31 de julio de 2010

El Loco de Verdelejos escribe:

Desanduve silencios y me recubrí con ellos. Soporté más de lo esperado y recogí los frutos a pesar de las espinas. No me quedé a esperar el resultado de mis actos. Bajé por tortuosos callejones a veces sin salida y no me perdí de nada después de haberlo perdido todo.
Para qué estaría acá sino para reordenar los pedazos de mí que volaron cuando intentaba desactivar la bomba de tiempo en aquel corazón. Entre cortar el cable verde o el amarillo, decidí por el verde (o por el amarillo, no recuerdo bien) y todo estalló (“fue un fuerte vendaval” diría Fito Páez).
Anduve alucinando infiernos y aún tengo viajes relámpago hasta allí. Aurora boreal sabría decirme un poco más de las distancias, vestigios de silencios y ciudades y desiertos, sueños de pesares incorrectos y el ojo del tifón a punto de caerse dentro de sí mismo.
Aún deshechos los resueltos resultados, convinieron en girar a secas. Como si al poco tiempo de juntarse mostraran desiertos sus mareas y acobardados por el crudo invierno los infantes de marina huyeran como señoritas del lascivo. Tal fue, a partir de allí, la conducta de mis héroes interiores…

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